miércoles, 19 de noviembre de 2014

UN VETERANO DE TRES GUERRAS

He leído con mucho entusiasmo, el libro escrito por Guillermo Parvex, titulado “UN VETERANO DE TRES GUERRAS”. Es un libro biográfico, editado por la Academia de Historia Militar, que nos relata en sus 478 páginas, las vivencias del abogado Miguel Ángel Varela Arancibia que voluntariamente, se enlistó a los 22 años de edad, en el Regimiento Cazadores, para ir a combatir en la Guerra del Pacífico. 

Es un libro escrito en primera persona, donde su autor nos transcribe las vivencias estampadas en las notas que fueron escritas por Miguel Varela durante gran parte de su vida. Nos relata sus experiencias en el Santiago de antaño, su participación en las diversas campañas bélicas durante el conflicto de la Guerra del Pacifico, concluyendo esta etapa, con la misión entregada por el Comandante en Jefe del Ejercito de ocupación y Gobernador del Perú, Vicealmirante Patricio Lynch S., de ser el Oficial que tuvo, junto al administrador de la Biblioteca Nacional de Lima, la responsabilidad de realizar el inventario de la biblioteca y seleccionar los libros que fueron traídos al país.

Ya de vuelta en  Santiago,  es destinado al Regimiento Húsares de la ciudad de Angol, localidad donde se establece para continuar con su vida militar y familiar, alejado de los acontecimientos de la gran capital.

En el contexto de su nueva vida en el sur del país, conoció al hermano del Presidente Balmaceda, don José Rafael Balmaceda Fernández, quien fue el interlocutor, para ser designado como delegado del gobierno, para instaurar y dirigir la Comisión Repartidora de Tierra, entremezclándose su actividad, con la pacificación de la Araucanía, que llevó a cabo el Ejército.

Ejerciendo esta función, lo sorprende la Revolución de 1891, enlistándose en la fracción del Ejército que apoyó al Presidente Balmaceda. Fue herido en la batalle de Placilla y con la ayuda de un subalterno, alcanzó escapar en dirección a Santiago. Mientras curaba sus heridas, es buscado por la policía, como un forajido por haber participado en la facción leal al gobierno. Fue despojado de su grado militar, de sus medallas obtenidas en combate y de los estipendios que le entregaba el estado.  
  
Reincorporado a la filas de su Institución con el grado de Teniente Coronel del arma de Caballería, vistió su uniforme por última vez como veterano de la Guerra del Pacifico, en los desfiles militares realizados en Santiago, con motivo del centenario de la República. Fue en esta actividad, que pudo darse cuenta de las miserables condiciones de vida, que tenían la gran mayoría de los ex-soldados que habían participado en la guerra.

Desde la perspectiva personal, nos cuenta su incursión como profesor de Historia, Francés y Castellano en el Colegio de Preceptoras del Sagrado Corazón de Jesús de Santiago y, posteriormente, en el Liceo de Hombres de Temuco en la cátedra de Francés. Los frustrados noviazgos que tuvo antes de partir al conflicto, su matrimonio con la hija del Cónsul de Chile en Messina y Reggia Calabria, la crianza de sus hijos, el sufrimiento llevado adelante por la grave enfermedad de su señora y del  cariño que tenía por los animales.

Asimismo, el libro nos presenta una faceta filantrópica de Varela, al haber sido el formador y principal propulsor de la instauración de la Sociedad del Liceo Particular de Niñas, El Club Social de Angol, La Liga Protectora de Estudiantes Pobres, la Sociedad Filarmónica de Angol, entre otras beneficencias.


En síntesis, es un libro ameno de leer y está escrito en un lenguaje armonioso, lo cual permite al lector, situarlo en el lugar del protagonista, haciéndolo partícipe de sus vivencias en los campamentos militares, en los penosos enfrentamientos durante la revolución, como también, nos sitúa en sus desgracias vividas después del conflicto revolucionario. Pero como no todo puede ser ignominioso, también nos produce alegría cuando participamos junto a Miguel, de sus gozos familiares y del cariño por sus animales.

1 comentario:

  1. Me convenciste, lo leeré en las vacaciones
    Muy buena la reseña y la crítica, casi como Ignacio Valente

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